¿Llueve o no llueve?: El coronavirus está afectando el pronóstico del tiempo

El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) explicó los motivos por los que los pronósticos pueden no ser tan acertados en medio de la pandemina del coronavirus. ¿Cómo afecta a la meteorología qué no haya vuelos? A continuación, el artículo completo del SMN:

A medida que avanza la pandemia, todas las áreas de nuestra vida se están viendo afectadas. Algunos impactos son obvios e inmediatos: modificamos nuestras rutinas laborales, comerciales y de circulación por las calles. Otros, en cambio, son menos evidentes desde nuestros hogares, pero igualmente importantes.

Es lo que pasa con el pronóstico del tiempo, que se verá seriamente afectado en su calidad.

¿Por qué pasa esto? Hay una máxima de la meteorología que no nos cansamos de repetir: conocer en detalle cuál es el estado de la atmósfera está en la base de los pronósticos del tiempo. Por lo tanto, a mayor cantidad de datos, mejor será el pronóstico.

Casi todo el mundo sabe que en las estaciones meteorológicas se toman los datos del tiempo: temperatura, humedad, presión, etc. en un punto determinado de la superficie.

Lo que muchos desconocen es que también es indispensable tener datos a distintas alturas de la atmósfera, y que la mayor fuente de esa información son los aviones, que en sus viajes por el mundo, registran y transmiten los datos de la atmósfera a distintos niveles de altitud.

Estos datos pueden ser de varios tipos. Uno de ellos son los datos AMDAR (Aircraft Meteorological Data Relay) y según la Organización Meteorológica Mundial, en un día “normal” los aviones proveen alrededor de 1.230.000 datos meteorológicos.

Pero ya no estamos en días normales. La aviación aerocomercial mundial ha mermado su actividad en más de un 80%.

Es decir que ya no contamos con un gran volumen de información.

“Es esperable que en estos días y las próximas semanas, la confianza que podemos tenerle a los pronósticos numéricos vaya a decaer sustancialmente”, advierte Nicolás Rivaben, de la Dirección de Meteorología Aeronáutica del SMN.

 

 

 

 

 

Modelos numéricos, física y aviones en la atmósfera

Volvamos a la máxima del principio: a mayor cantidad de datos de observación, mejor será el pronóstico.

Lo que hay que aclarar acá, para comprender la dimensión del problema, es que esa información del estado actual de la atmósfera, es  el insumo básico de los modelos numéricos de pronóstico, y que, en rigor de verdad, son esas fabulosas herramientas de predicción del tiempo las que padecerán la falta de información de las aeronaves en vuelo. ¿Por qué?

La atmósfera se rige por las leyes de la física. Esto significa que se la puede representar a través de ecuaciones matemáticas muy complejas. A partir de estas ecuaciones podemos calcular aproximadamente cómo va a evolucionar el estado del tiempo, si conocemos las condiciones iniciales de la atmósfera. Estas condiciones no son ni más ni menos que las observaciones meteorológicas.

Pero para saber la evolución de una o más variables, hay que resolver millones de esas ecuaciones complejas, y ningún ser humano podría realizar esas cuentas en tiempos razonables.

 A eso se dedican los modelos numéricos de pronóstico, sistemas que representan la atmósfera y hacen los cálculos de su evolución. Son ellos los que procesan miles y miles de datos de estaciones, barcos, radiosondas y aviones, y calculan la evolución del tiempo. Los resultados de los modelos son un insumo fundamental para los meteorólogos, que pondrán su conocimiento y experiencia para analizar y ajustar ese pronóstico y dar al público un producto con valor agregado adecuado a cada usuario.

Hay modelos globales, como el GFS (Global Forecast System por sus siglas en inglés) o el “Europeo” (ECMWF por sus siglas en inglés) que calculan el pronóstico para todo el planeta.

Y otros modelos regionales, como el WRF (Weather Research and Forecasting), que hacen un pronóstico regional de alta resolución con parámetros físicos que pueden detectar mejor, por ejemplo, las tormentas. Todos se alimentan de datos de la atmósfera observados tanto en superficie (por medio de barcos, boyas y estaciones), como en altura, a través de radiosondeos y aeronaves.

“Los datos de altura son más valiosos porque brindan mayor información en todos los niveles de la atmósfera cerca de una determinada coordenada. Es importante tener observaciones con una frecuencia temporal adecuada.

Los datos AMDAR son observaciones mucho más frecuentes, dado que hay muchas aeronaves en vuelo, y son mucho más baratas que un radiosondeo, porque no requieren instalar sensores adicionales”, explica Rivaben.

De modelos y precisiones

Los resultados de los modelos son lo que habitualmente vemos en las aplicaciones de nuestros celulares. Y si dos celulares no coinciden en el pronóstico que nos dan para mañana, seguramente es porque estamos viendo resultados de modelos distintos.

Sin entrar en los detalles sobre la complejidad de estas herramientas, sus imperfecciones y los límites en la predictibilidad de la atmósfera (eso será material para otra nota), lo importante es que sepamos que, debido a que hay una gran disminución de los vuelos en el mundo, es probable que en los próximos días las aplicaciones de celular nos estén brindando pronósticos elaborados con menos observaciones meteorológicas, y por lo tanto, sean menos confiables, especialmente a más de 48 horas.

Afortunadamente, tenemos a los meteorólogos, profesionales que en estos días serán mucho más esenciales. Los pronosticadores van a tener que desplegar aún más todas sus competencias para advertir y detectar los errores de los modelos, y corregir lo que sea necesario para brindar un pronóstico más preciso y de calidad para la sociedad.

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